Singer Charlie Aponte Celebrates 39 Years With El Gran Combo

Un muchachito delgado, cuyo pasatiempo preferido era cantar, recorría la carretera de Río Piedras a Caguas con diversos músicos, para interpretar danzas, boleros, pasos dobles y otros ritmos que predominaban a mediados de la década de los años 60 y principios de los 70.

Su nombre, Carlos Juan Aponte Cruz, comenzó a sonar en su pueblo cagüeño y los cantantes adultos lo buscaban en su casa, para presentarse en distintas actividades.

Charlie Aponte, como se conoce artísticamente, contó riéndose que cuando cantaba con sus amigos en el antiguo Toledo Night Club, lo encerraban “a comer carne frita con una Coca Cola en lo que ellos bebían. Mis panas me hicieron presenta’o; me empujaban a la tarima a meterme con Roberto Roena y con Pacheco”.

En la escuela intermedia Antonio S. Pedreira y en la escuela superior José Gautier Benítez, en Caguas, participaba en obras dramáticas. Recordó que encarnó a “Tony” en la representación de la famosa obra musical “West Side Story”.

La primera vez que cantó música popular y una guaracha fue con un conjunto donde compartía con Millito Dávila. Cuando tenía 16 años integró la orquesta de Carli Soto, cantó con la Orquesta de Moncho Rodríguez y a los 19 años, grabó el bolero “Mira como sufre” con Héctor Santos y su Orquesta.

“Desde que yo me acuerde, yo cantaba desde muchacho porque en mi casa siempre mis hermanos y mis primos tocaban guitarra; mayormente fueron los Aponte y con mi primo Gervis. Mi hermano y mi hermana cantaban en coros de la iglesia. Como yo sabía cantar un poco, en quinto grado empecé a cantar en el coro danzas, canciones en inglés y en español. Fue en la escuela Sellés Solá”, dijo Charlie, el menor de ocho hermanos.

En el famoso programa radial de Rafael Quiñones Vidal, cantó “Negrito” a los 15 años, acompañado del guitarrista Tomás Rosario, padre de Papo Rosario. Sin embargo, Charlie no pasó la prueba esa vez y recibió la famosa pesetita voladora de don Quiñones Vidal, animador de “Tribuna del arte” en Telemundo.

El salsero interrumpió su vida musical para ingresar en 1970 al Ejército de los Estados Unidos, donde cumplió dos años de servicio. Al regresar a su Isla empezó a estudiar contabilidad en el Instituto Comercial en San Juan, pero no abandonó su inquietud musical y se unió a la Orquesta de Serafín Cortés.

Mientras tanto, la transformación musical de El Gran Combo de Puerto Rico le daría un rumbo triunfador a su carrera artística. En 1973, el cantante Pellín Rodríguez dejó la orquesta para iniciarse como solista. Entonces, Rafael Ithier, fundador y director de “La Universidad de la Salsa”, se dio a la tarea de buscar a un buen sustituto de Pellín y llegó hasta Caguas.

Como Eddie Pérez, saxofonista y uno de los fundadores de El Gran Combo, había escuchado cantar a Charlie dio buenas referencias de él, al igual que otros músicos y Jerry Concepción, dueño del conocido salón de baile Lomas del Sol.

“Todos en Caguas tenían una influencia del maestro de música, Rafael Bracero. Cuando Rafael Ithier estaba buscando a un cantante fue a donde Bracero. Le preguntó a él por mí, si yo usaba drogas y bebía, y le dijo que ese muchacho es sano. Todo el mundo dio buenas referencias de mí. Me dijeron que Ithier me quería conocer y me aprendí la canción ‘Vamos’ y fui a la casa de él en Bayamón”, narró el cantante, quien se iba de la escuela para ver por televisión a El Gran Combo en el Show de las Doce por Telemundo.

Marcos Montañez, hermano de Andy Montañez, cantó en El Gran Combo durante casi tres meses en lo que Ithier seleccionaba al sustituto de Pellín. Un lunes en Lomas del Sol, el director le pidió a Charlie que cantara “Vamos” en un ensayo y como lo hizo tan bien, cuatro días después le indicó que viajaría con la orquesta a Miami, Florida, para un espectáculo.

Antes de Charlie ser contratado para integrar “Los Mulatos del Sabor”, consultó con su papá Paulino Aponte. Sin embargo, éste dejó en las manos de su hijo la decisión porque él siempre había sido responsable de los pasos de su vida y de buscar un bienestar mejor.

Un 23 de junio de 1973 comenzó con El Gran Combo, contento y preocupado a la vez por sus estudios en contabilidad. Por tal razón, se atrevió a preguntarle a Ithier “si el tiempo que yo iba a estar era estable; si iba a entrar de lleno con la orquesta; si iba a ser un tiempo de prueba porque yo tenía que dejar los estudios; si podía vivir de El Gran Combo. Ithier me dijo: ‘No te preocupes; vas de lleno. Tú entras aquí como cantante’. Le contesté: ‘Ah, pues chévere’. Lo demás es historia”.

Así fueron gustando sus interpretaciones “La salsa de hoy”, “Antero”, “No me olvides mulata” y “Si no me dan de beber lloro”, con los coristas Andy y Mike Ramos. Cuando Andy partió de El Gran Combo en 1977, a Charlie le tocó la gran responsabilidad de cantar los temas de “El Niño de Tras Talleres”. Pero su mayor satisfacción ha sido que Ithier no le impuso que debía emular a los cantantes anteriores; le ha permitido tener su identidad como cantante.

Al entrar Jerry Rivas para sustituir a Andy, grabaron dos años después “Aquí no se sienta nadie” donde pegaron todas las canciones en los años 80, tales como “Los celos de mi compay”, “Nido de amor” y “Brujería”. También ganaron un Disco de Oro.

Charlie, además intérprete de música jíbara como “La loma del tamarindo”, es considerado por muchos salseros como uno de los mejores soneros de la Isla. No obstante, especificó que es cantante de orquesta que con el tiempo descubrió su talento para la décima, por su buena formación educativa en la escuela pública y por haberse pasado en rumbones desde los 14 años.

El sábado pasado, “Los Mulatos del Sabor” iniciaron en Orlando, Florida, su gira internacional para celebrar los 50 años de fundados. El aniversario es “un logro de un grupo de hermanos que hemos permanecido juntos durante muchos años y el factor común ha sido trabajar, trabajar y trabajar, y después divertirnos un poquito. Estamos haciendo lo que nos gusta hacer y hemos sido muy responsables”, expresó Charlie, quien en tarima continúa demostrando su pasión por la música y su habilidad en el soneo con sus interpretaciones, bailes y brincos de alegría.

Source: Vocero